“Cada día que nace es el primero
para algunos
y será el último para otros y que,
para la mayoría, es sólo un día
más.”
José Saramago, (1922 – 2010)

No
me las voy a dar ahora de ser un experto en cine portugués, ni mucho menos.
Pasé allí 6 meses increíbles disfrutando de mi etapa Erasmus y reconozco que visité muchas
salas, pero no vi ninguna película portuguesa. Allí, en Portugal en general y
en Aveiro en particular, no doblan las películas extranjeras, sino que van con
subtítulos (lo que ellos llaman legendado).
Una de esas extrañas & nocturnas moralejas que junto con mis compañeros de batallas Emilio,
Joan, Gonzalo, Cristóbal y Raúl saqué en claro (oscuro) en el Bombordo, nuestro "lu_bar" de reunión,
fue que los portugueses sabían y entendían mucho más inglés que nosotros; no sé
en qué medida esto tendrá que ver, pero seguro que sumar, suma. Como os
estaba contando no es que durante aquel maravilloso semestre me hiciese un
ilustrado en cinema luso, pero una de las películas que recuerdo con más cariño, y que
tuve el honor de ver como varios meses antes de que se estrenase en España, fue Kill Bill (aquí tardó bastante más en ver
la luz comparativamente hablando con el resto del Mundo con pantallas de cine,
por problemas con su distribución). Claro, enterarme no me enteré de mucho, ya
que son varios los idiomas que en ella convergen a golpe de katana... y además tampoco es que yo fuera muy
docto en ‘legendas’ portuguesas. Pero vamos a lo que vamos: Embargo.
Quiero
continuar brindando por el cine de bajo coste, con grandes y cotidianas historias, con
grandes interpretaciones, con grandes montajes en la sala de montaje, pero con
poco dinero para hacer grandes producciones, e incluso con muy poco para su
distribución y promoción. Por eso estoy yo aquí, un domingo cualquiera, y
también para destacar esta maravillosa fábula muy real y muy de nuestropresentemásinmediato ante el
qué hacer con el elevado precio de la gasolina (ver para entender). Pues este filme, más trágico
que cómico con final ¿feliz?, saca de uno mismo las miserias humanas, lo
reconozco, ya que ante el inminente sufrimiento personal del protagonista surgen
brotes (verdes) de comedia sin poder evitar soltar alguna carcajada: ¡Qué cruel es
la vida! Un cúmulo de situaciones, aderezadas con muy mala suerte, le hacen
plantearse a este pobre hombre suicidarse. El método elegido es tirarse con su Opel
Corsa por un acantilado. Enciende el motor, arranca el coche y el destino hace
su trabajo. Un brillante final, con conejo incluído, que le hace justicia a una muy recomendable
película: Embargo.
¿Entonces
se puede hacer buen cine con poco dinero, sin necesidad de embargarse? Sí, se
puede (o ‘Yes, you can’). Otra cosa es que se haga… es que se quiera hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame del blog, de cine & de series de televisión...