Un barbero judío "convertido" en Hynkel, dictador de Tomania
(interpretado brillantemente por Chaplin)
"Lo siento,
pero yo no quiero ser emperador. Eso no es mi oficio. No pretendo regentar, ni
conquistar nada de nada. Me gustaría ayudar en lo posible a cristianos y
judíos, negros y blancos. Todos tenemos el deseo de ayudarnos mutuamente. La
gente civilizada es así. Queremos vivir de nuestra dicha mutua... no de nuestra
mutua desdicha. No queremos despreciarnos y odiarnos mutuamente. En este mundo hay
sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede garantizar la subsistencia
de todos. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero hemos perdido
ese camino. La codicia ha envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo
con un círculo de odio y nos ha hecho entrar marcando el paso de la oca en la
miseria y en la sangre. Hemos mejorado la velocidad pero somos esclavos de
ella. La mecanización que trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo.
Nuestro conocimiento nos ha vuelto cínicos. Nuestra inteligencia duros y brutales.
Pensamos en exceso y no sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu
humanitario que de mecanización.
Necesitamos más la
amabilidad y la cortesía que la inteligencia. Sin estas cualidades la vida solo
puede ser violenta y todo estará perdido. La aviación y la radio nos han
acercado los unos a los otros. La naturaleza misma de estos inventos requería
la bondad del hombre y reclamaba una fraternidad universal para la unión de
todos.
En este momento mi voz
llega a miles de seres esparcidos por el mundo. A aquellos que puedan
comprenderle les digo: no desesperéis, la desgracia que ha caído sobre nosotros
no es más que el resultado de un apetito feroz, de la amargura de unos hombres
que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y los
dictadores perecerán, y el poder que han usurpado al pueblo volverá al pueblo.
¡Y mientras existan hombres que sepan morir, la libertad no podrá perecer!
Soldados, no os entreguéis a esos brutos... hombres que os desprecian y os
tratan como esclavos, hombres que regimientan vuestras vidas, imponen vuestros
actos, vuestros pensamientos y vuestros sentimientos; que os amaestran, os
hacen ayunar, os tratan como ganado y ¡os utilizan como carne de cañón! No os
pongáis en manos de esos hombres contra natura, de esos hombres-máquina con
corazones de máquina. ¡Vosotros no sois máquinas!¡Vosotros no sois
ganado!¡Vosotros sois hombres!¡Vosotros lleváis el amor de la humanidad en
vuestros corazones! No odiéis. Sólo los que no son amados odian. Los que no son
amados y los anormales... Soldados, ¡no combatáis por la esclavitud! Combatid
por la libertad. En el capítulo 17 del evangelio según San Lucas está escrito:
"El reino de Dios está en el hombre mismo". No en un solo hombre, ni
en un grupo de hombres, ¡en todos los hombres! Y ¡vosotros! Vosotros, el pueblo
tenéis el poder para crear máquinas. El poder para crear la felicidad.
Vosotros el pueblo
tenéis el poder para crear esa vida libre y espléndida...para hacer de esa vida
una radiante aventura. Entonces, en nombre de la democracia, utilicemos ese
poder...¡unámonos todos! Luchemos por un nuevo mundo, un mundo limpio que
ofrezca a todos la posibilidad de trabajar, que de a la juventud un porvenir y
resguarde a los ancianos de la necesidad, prometiendo estas cosas gente
ambiciosa se ha hecho con el poder, pero ¡han mentido! No han mantenido sus
promesas, ¡ni las mantendrán jamás! Los dictadores se han liberado pero han
domesticado al pueblo. Combatamos ahora para que se cumpla esa promesa.
Combatamos por un mundo equilibrado...un mundo de ciencia en el que el Progreso
lleve a todos a la felicidad. ¡Soldados! en nombre de la democracia, ¡unámonos!"
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